Esta técnica la he visto por Pinterest en muchas ocasiones y tenía
unas ganas locas de probarla. Así que, qué mejor que esperar a que llegue
el domingo y compartirla con mis dos joyitas. Ellos han estado muy
participativos y un ratito entretenidos, vaya que ha sido un buen rato
juntos los tres.
En Pinterest todo el mundo usa los rotuladores de
la marca Sharpie, pero como es normal yo no los he encontrado, y en su
lugar he utilizado los rotuladores permanentes que había en la
papeleria. También existen rotuladores específicos para cerámica pero también me ha sido imposible encontrarlos.
La verdad es que no sé si tenía más ganas de tener tazas personalizadas por nosotros mismos o de comprobar si la técnica realmente funciona, así que con unos rotuladores permanentes tenía más que suficiente.
Hemos usado letras adhesivas de foam compradas en los chinos, que utilizo en muchas manualidades con la princesita.
Después de pasar un buen rato buscando
las letras, que yo creo que sabían que las íbamos a acribillar a puntos y
se escondían unas detrás de las otras, las hemos pegado en las tazas.
En la taza de Laia también hemos pegados círculos, los que sobran de los
agujeros de las o (aquí se aprovecha todo).
Y
con todo ya preparado, solo faltaba empezar a puntear. Puntos y más
puntos, y alguna rayita también. Lo suyo es que alrededor de las letras
o de las figuras haya muchos puntos para marcar bien los contornos,
pero tampoco se le puede pedir mucho a una niña de dos años y ocho
meses. Así que cada uno a su aire y ya veremos lo que sale, lo divertido
es participar.
Una vez nos cansamos de hacer puntitos y de defendernos de la peque armada con un rotulador permanente, metimos las tazas en el horno a 180 grados durante media hora. Una vez apagamos el horno, hemos dejado las tazas dentro hasta que se han enfriado. Cuando las he sacado las he lavado, a mano, con estropajo y un lavavajillas, de esa marca que dura muchas mesas más que el que usan los del pueblo de al lado ;) , y el resultado ha sido que la taza que ha hecho Laia y la mía han pasado la prueba pero la de mi niño se ha quedado como recién comprada. La razón: él ha usado dos rotuladores permanentes de color metalizado, uno plateado y uno dorado, y por lo visto no eran apropiados para la labor. Me ha dado una pena, se le ha puesto una carita, pero en cuanto tenga un rato me pongo y se la hago yo y le doy una sorpresa.
También tengo que decir que no creo que las otras dos vayan a soportar muchos lavados, vaya han ganado una batalla pero no la guerra contra el estropajo.
Y este es el resultado, no es que hayan quedado para tirar cohetes de colores, pero son nuestras tazas y nos encantan.
Hasta pronto.
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